¿Qué es el colesterol?
El colesterol es una sustancia grasa que se encuentra en nuestras células, formando parte de ellas, y que se produce en pequeñas cantidades en nuestro organismo, sobre todo en el hígado, donde también se almacena y se metaboliza. También hay una fuente exógena de colesterol aportada por la dieta, procedente de alimentos derivados de los animales, sobre todo los de alto contenido en grasas saturadas, carnes rojas, productos lácteos, yema de huevo, marisco, etc.
¿Cómo funciona el colesterol en nuestro organismo?
Participa en procesos vitales para el organismo, pero su exceso dará problemas, sobre todo por acúmulo de torrente circulatorio, dando lugar a la llamada ateroesclerosis, causa de problemas circulatorios y cardíacos (cardiopatía isquémica, angina de pecho o infarto de miocardio), o cerebrales (accidente cerebral vascular) o miembros inferiores (trombosis).
El colesterol circula entre el hígado y los demás tejidos, pero es una sustancia poco soluble en agua y, por tanto, necesita unirse a determinadas proteínas para circular por el torrente sanguíneo, estas son las llamadas lipoproteínas y entre ellas destacan las de alta densidad -HDL- y las de baja densidad -LDL-.
Diferencia entre el “colesterol malo” y el “colesterol “bueno”
El colesterol LDL, también llamado “colesterol malo”, contribuye a la formación de depósitos grasos en nuestras arterias, que, con el tiempo y la suma de otros factores, producen un estrechamiento y obstrucción de su luz; de esta manera, los tejidos que recibían su alimento y oxígeno a través de la sangre, sufrirán o incluso morirán (infarto). También se pueden producir coágulos de sangre en el territorio vascular, sobre todo en miembros inferiores, con formación de trombosis.
Los niveles recomendados de colesterol LDL varían en función de la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular como, por ejemplo, la hipertensión arterial, la diabetes o el tabaquismo. La cifra no debe superar los 120 mg/dl y disminuirá si hay factores de riesgo.
El colesterol HDL o “colesterol bueno”, actúa alejando el colesterol LDL de las arterias y favorece su transporte al hígado, donde se almacenará o metabolizará. Tiene un papel fundamental en el depósito de colesterol LDL, pues no va a permitir que éste se deposite en las paredes de nuestro sistema circulatorio. Las cifras deben ser superiores a los 35 mg/dl y cuanto más alto, mejor.
Recomendaciones
Para conseguir unos buenos niveles de HDL o colesterol “bueno” es recomendable seguir una alimentación sana y equilibrada, evitando el consumo de grasas saturadas. Para ello, la dieta mediterránea será una gran aliada por su abundancia en pescados, frutas, verduras y legumbres. Además, practicar ejercicios aeróbicos como, por ejemplo, andar, correr, el ciclismo o la natación contribuirá a mejorar estos niveles.
En caso de que la dieta y el ejercicio físico no sean suficientes, un médico deberá prescribir fármacos, cuyos efectos pueden ser secundarios. Entre los fármacos más especializados y útiles están las estatinas, que actúan a nivel hepático inhibiendo sustancias que el hígado necesita para producir o metabolizar el colesterol.