
El dolor cervical es relativamente común y va a afectar al 70% de la población en algún momento de sus vidas.
Es un problema recurrente después del primer episodio en un 60% de los casos. Esta recurrencia es debida a la alteración del sistema neuromuscular que ocurre después de una primera agresión y que genera unas adaptaciones en el control del movimiento y en la postura.
Se han realizado estudios que confirman inhibición de la musculatura flexora profunda, que pasa a ser sustituida por un aumento de la activación de los músculos escalenos y los esternocleidomastoideos en la musculatura flexora cervical . Este aumento de la actividad es proporcional al dolor percibido y además la capacidad de relajación del músculo al terminar una actividad también disminuye.
En la musculatura extensora los semiespinales y multífidos se inhiben compensándose con el explenio de la cabeza.
La inhibición del trapecio inferior es compensada a través del trapecio superior y angular del omoplato.
Todos estos cambios generan dolor por exceso de tensión, bien en el vientre muscular como en el caso de los trapecios o bien en la zona de inserción, como es el caso de los explenios y escalenos.
Existe una batería de test que va a confirmar estas disfunciones musculares y nos van a permitir trabajar específicamente sobre los músculos inhibidos devolviéndoles su normal actividad solucionando el problema.
Va a ser importante trabajar con la intensidad adecuada, en posiciones facilitadoras y con baja intensidad donde debe predominar la calidad del ejercicio frente a la cantidad o la intensidad y sin olvidar una adecuada progresión.
Aunque la mejoría se percibe desde las primeras sesiones para conseguir los objetivos los ejercicios deben realizarse durante 12 semanas.
Los mejores resultados se obtienen con terapias combinadas de ejercicio y terapia manual.
D. Javier Lledó – Fisioterapeuta
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