
Dermatitis atópica o eccema atópico
La Dermatitis Atópica es una enfermedad dermatológica crónica que afecta sobre todo a pacientes en edad pediátrica. Suele mejorar con la edad, pero puede persistir o darse en adultos.
Es multifactorial ya que en su aparición intervienen tanto factores inmunológicos como ambientales y genéticos.
Se caracteriza por la combinación de Xerosis (piel seca), Prurito (picor) y lesiones eccematosas (placas rojizas con descamación). En niños menores de 2 años predominan las lesiones en la cara, sobre todo en mejillas. En niños mayores de 2 años, hasta la adolescencia, las lesiones suelen afectar a los pliegues (flexura del codo y flexura de rodillas –hueco poplíteo-). En los adultos la localización es variable, pero es típica en los párpados.
Consejos para la prevención y el cuidado de la dermatitis atópica
- Higiene diaria: baño o duchas cortas con agua templada, utilizando limpiadores no jabonosos o jabones suaves, neutros, sin perfumes y con alto contenido en aceite.
- Hidratar la piel a diario con cremas emolientes, con la piel húmeda, tras la ducha o el baño.
- Cortar bien las uñas y limpiarlas para evitar infecciones por rascado.
- Utilizar ropa de algodón o productos naturales (seda, lino); y evitar lana y tejidos sintéticos.
- Usar preferentemente lavadora automática.
- Evitar el uso de detergentes, suavizantes y otros productos irritantes.
- En algunos pacientes adultos se han encontrado beneficios al realizarse baños con un poco de lejía diluida en el agua, debido al PH alcalino que proporciona la lejía al agua que, en contacto con la piel, produce mejoría en los síntomas de la dermatitis atópica. La dosis recomendada es 2 cucharadas soperas de lejía en una bañera con agua, de 2 a 4 veces por semana.