
Es un hábito involuntario, inconsciente, de apretar o rechinar las estructuras dentales sin propósitos funcionales.
Afecta a un 10% – 20% de la población. Puede producirse durante el día (Bruxismo de vigilia) o por la noche (Bruxismo del sueño). Afecta a adultos y niños y a ambos sexos por igual. Puede desaparecer por sí solo en cualquier momento de la vida.
Causas
1. Los principales desencadenantes son los estados de estrés y ansiedad.
2. No es causado por parásitos intestinales (creencia muy extendida).
3. Alteraciones dentarias como la maloclusión.
4. Mecanismos nerviosos centrales, además, de problemas musculares.
5. Factores psicológicos exacerban este trastorno.
Síntomas
1. La presión excesiva de los dientes en los músculos, tejidos y estructuras que rodean la mandíbula, si se prolonga en el tiempo, pueden causar problemas en la articulación temporo-mandibular.
2. Ansiedad, estrés, depresión.
3. Se produce un desgaste de las piezas dentales.
4. Dolor de oído, dolor de cabeza.
5. Sensibilidad muscular.
6. Sensibilidad a alimentos fríos o calientes, dulces o ácidos.
7. Trastornos alimentarios.
8. Dolor y/o inflamación de la mandíbula.
9. Insomnio.
Tratamiento
1. En los casos más graves es necesario la colocación de una protección dental de resina o silicona, conocida como férula de descarga, con la que trata el síntoma y no la causa. Si se dejan de usar el dolor vuelve a aparecer.
2. Ejercicios de relajación.
3. Aplicar paños calientes en el área donde está localizado el dolor.
4. Evitar los alimentos duros y dulces, fríos y calientes.
5. Masajear la zona.
6. Rehabilitación cráneo-cérvico-facial por fisioterapeuta.
7. Dormir las horas recomendadas.
8. Corregir maloclusiones: ajustes oclusales y ortodoncia si es necesario.
9. Meditación con relajantes musculares.
Dr. Juan Andrés Maltés Abad – Médico Estomatólogo
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