La alopecia es la pérdida de densidad capilar y es común en la población general. Existen más de 100 tipos diferentes de alopecia y antes de comenzar un tratamiento es necesario un adecuado diagnóstico médico del tipo de alopecia en particular, ya que hay formas autorresolutivas y otras que precisan un tratamiento crónico.
Cabe distinguir que la caída de pelo no es sinónimo de alopecia. La alopecia es la pérdida de densidad, mientras que el pelo que se cae suele volver a aparecer (renovación).
Las tres formas más frecuentes de son:
- Alopecia Androgénica: La más frecuente en hombres. De causa genética y hormonal (andrógenos y herencia). Comienza en la adolescencia.
- Efluvio Telógeno: Más frecuente en mujeres. Caída brusca de un elevado número de cabellos que alarma al paciente (gran cantidad en el cepillo, en el desagüe tras ducharse…). Causas frecuentes suelen ser un estrés físico (enfermedad, intervención quirúrgica…), un estrés emocional (estrés laboral, pérdida de un familiar…), anemia, hipotiroidismo.
- Alopecia Areata: Es una alopecia de origen autoinmune. Más frecuente en niños y adultos jóvenes. Puede afectar a las pestañas y a la barba, así como a otras zonas pilosas del cuerpo.
Recomendaciones prácticas:
- El lavado frecuente con champú. El uso de gomina ni los tintes empeoran la alopecia.
- El uso de complementos vitamínicos puede utilizarse como complemento a otros tratamientos. No está demostrado su impacto terapéutico objetivo y tiene, más bien, un efecto placebo.
- No cortar el pelo de raíz, ya que a longitud capilar no influye en su tratamiento.
- Lo normal es que cada día se caigan entre 50-100 cabellos como proceso fisiológico de su caída-crecimiento. No alarmarse al ver cabello en la almohada o la ducha. Este fenómeno de “renovación capilar” suele acentuarse en otoño y no hay que preocuparse.
- Evitar os tratamientos “mágicos” (lociones, champús anticaída, láser, masajes) no han demostrado ninguna evidencia científica en el tratamiento de la alopecia.