
El hecho de reservar una parcela de tiempo semanalmente para dedicarlo a una práctica deportiva es ya, hoy día, considerado un ejercicio de auto-responsabilidad para con nuestra salud. Esto, claro, siempre que tal práctica sea acorde con nuestras capacidades y nuestro nivel de implicación. En este sentido, existen numerosas publicaciones científicas en el ámbito de la fisioterapia deportiva, la psicología y las ciencias del deporte que avalan la estrecha relación entre práctica deportiva y calidad de vida.
Es de recibo comentar, sin embargo, que no toda práctica deportiva conlleva beneficios para la salud. Tanto es así que, de hecho, en numerosos casos, conlleva lesiones. Estas últimas no son más que la consecuencia de una elección inapropiada del nivel de práctica deportiva elegido en relación con nuestras capacidades y características físicas particulares, entre otros posibles factores. Aunque lo siguiente no necesariamente se cumpla en todos los casos, nuestras capacidades físicas se encuentran relacionadas con una de nuestras características principales a la hora de elegir qué práctica deportiva insertamos en nuestra vida: nuestra edad.
De este modo, asociadas a edades tempranas, encontraremos capacidades en auge como la agilidad y la fuerza física, así como otras con potencial de mejora, como la táctica y la estrategia cognitivas. De la misma manera que encontraríamos invertidas estas mismas capacidades en asociación a edades más avanzadas.
Lo comentado en el anterior párrafo son asociaciones predeterminadas, si bien, nuestro cuerpo y nuestra mente están preparados para generar cambios fisiológicos durante toda nuestra vida si son expuestos a los estímulos apropiados de manera conveniente. Eso sí, siempre con menos cambios significativos conforme tengamos una edad más avanzada, pero, al fin y al cabo, cambios que benefician nuestra calidad de vida. El tenis de mesa es un deporte que, por sus características, resulta ser un candidato excepcional para que personas de todas las edades lo practiquen. Esto es así porque su desarrollo pone en juego por igual tanto las capacidades físicas como las cognitivas, lo cual da como resultado que no sea nada extraño observar un partido muy igualado entre un jugador de categoría juvenil y un veterano de 68 años de edad. En el ejemplo anterior, lo más destacable es que ambos jugadores se verán beneficiados de la práctica habitual del tenis de mesa precisamente en aquellas de sus capacidades que sean mejorables.
Por la naturaleza de este deporte, una persona de edad más avanzada verá mejorada su agilidad gracias a la activación de los R.O.T (reflejos osteo-tendinosos); su equilibrio, gracias al uso casi constante de patrones de propiocepción en extremidades inferiores; su fuerza muscular, debido a la activación controlada y repetida de diferentes grupos musculares y, por supuesto, una mejora de la postura derivada de la reeducación motriz del control del tronco, factor muy trabajado en el tenis de mesa. Todo lo anterior acaba siendo un trabajo preventivo de lesiones físicas y accidentes, por ejemplo, los debidos a caídas derivadas de un tropiezo. Pero, a nivel fisiológico, encontramos muchas otras mejoras de las condiciones. Por ejemplo, la condición cardio-respiratoria, que se ve mejorada gracias a su mera utilización, como en cualquier otro deporte, si bien en el tenis de mesa ésta es controlada y exenta de picos de frecuencia cardiaca ni de demanda de oxígeno. Esto último es debido a que la práctica de este deporte no requiere una exigencia física notable para poder ser llevada a cabo y el sistema cardio-respiratorio trabaja a régimen moderado en todo momento.
Teniendo en consideración lo descrito, el tenis de mesa resulta ser una de las mejores propuestas para incluir en nuestra vida con el objetivo de mejorar la calidad de nuestro día a día y, además, podremos practicarlo a cualquier edad y durante muchos años.
D. Rafael Gomis-Fisioterapeuta Club ASSSA Alicante Tenis Mesa
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