
Si usted nota en los ojos escozor, sequedad, enrojecimiento, sensación de arenilla, sensibilidad a la luz, fatiga ocular o dificultad para abrir los ojos por la mañana, puede estar padeciendo un síndrome de ojo seco.
Este trastorno consiste en una alteración de la película lagrimal que puede ser debida a un problema de calidad o de cantidad de la misma. En la actualidad constituye la enfermedad más frecuente en las consultas especializadas de Oftalmología, afectando a una de cada diez personas, lo que supone unos 5 millones de españoles.
Aunque pueda parecer que la lágrima es un simple líquido sobre el ojo, tiene importantes funciones, como proporcionar una superficie lisa y regular para asegurar una visión nítida, mantener al confort de la superficie ocular, protegerla frente a agresiones externas de origen ambiental o infeccionso y aportar nutrientes a las células epiteliales corneales.
Las aproximadamente 100 causas capaces de provocar un síndrome de ojo seco se pueden reunir en 10 grupos, en los que los 5 primeros suelen afectar a numerosas glándulas exocrinas (ojos, nariz, boca, vagina, piel), mientras que los últimos 5 suelen afectar sólo a las glándulas de ambos ojos, de un sólo ojo o incluso a una sola variedad glandular de un ojo.
1. Edad: con la edad todo el mundo acaba teniendo una sequedad más o menos acentuada que afecta a ojos, boca, garganta, etc.
2. Hormonales: embarazo, consumo de anticonceptivos orales, cambios hormonales, etc.
3. Farmacológicos: ansiolíticos, antidepresivos, antiparkinsonianos, antihistamínicos, diuréticos, etc.
4. Inmunológicos: síndrome de Sjögren, síndrome de Stevens-Johnson, síndrome de Lyell, etc.
5. Hiponutricionales: hipovitaminosis A, poco frecuente en los países desarrollados en los que suelen producirse por malabsorción intestinal (alcoholismo, enfermedad de Crohn, resecciones intestinales, etc.) o por seguir dietas carentes de grasas.
6. Disgenéticos: distintas enfermedades embrio-fetales que pueden tener un origen hereditario o esporádico.
7. Inflamatorios: generalmente infecciones de las glándulas que producen la lágrima (hongos, tuberculósis, tracoma, blefaritis…).
8. Traumáticos.
9. Neurodeprivativos: cualquier afectación de las vías nerviosas que intervienen en el normal funcionamiento de la producción de lágrima (herpes, operaciones de miopía, lentes de contacto, cansancio, somnolencia, ansiedad, etc.)
10. Condiciones en las que, teniendo una secreción lagrimal normal, el ojo no puede aprovecharla (parálisis palpebral, párpado flácido, evaporación excesiva por aire acondicionado, viento, caleffaciones…).
El síndrome del ojo seco, al ser un trastorno crónico requiere un tratamiento de larga duración. Es muy importante que el paciente adopte una serie de hábitos de vida saludables y cumpla el tratamiento farmacológico prescrito por su médico para aliviar las molestias que se producen. Actualmente, el tratamiento farmacológico de primera línea consiste en aumentar la película lagrimal mediante la instilación de lágrimas artificiales.
Consejos:
1. No exponerse a corrientes de aire que favorecen la evaporación de la lágrima (no orientar ventiladores hacia la cara, no conducir con las ventanillas abiertas, usar gafas de sol en el exterior, etc.).
2. Evitar la sequedad ambiental con el uso de humificadores.
3. Protegerse de la polución ambiental, evitando atmósferas como la playa y el campo en días de viento, así como el polvo doméstico, el humo del tabaco o los disolventes.
4.Forzar el parpadeo varias veces al día, sobre todo frente a cualquier tipo de pantalla y limpiar los bordes de los parpados con toallitas específicas.
5. Beber agua abundante durante el día.
6. Seguir una dieta rica en ácidos omega 3, omega 6 y Vitamina A.
Dr. Jose García De La Infanta Fuentes – Médico Oftalmológico
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