
El pelo se origina en la dermis, la capa de piel que se encuentra debajo del estrato superficial (epidermis) en una estructura sofisticada y compleja: el folículo piloso. Los trastornos capilares comprenden el excesivo crecimiento del pelo, la alopecia y las alteraciones del crecimiento del cabello.
Las alopecias representan entre el 3% y el 8% de las consultas en Dermatología. Se definen como la disminución o pérdida del pelo, localizada o generalizada, temporal o definitiva de cualquier tipo u origen.
Para conocer adecuadamente las alopecias es necesario conocer que el crecimiento del pelo es cíclico con 3 etapas diferenciadas:
- Etapa de crecimiento (anágen) que dura de 2 a 6 años, en la que el pelo crece 1 cm cada mes; seguido de un periodo de reposo.
- Etapa de reposo o catágen que dura unas 3 semanas; y finalmente se alcanza la fase de caída.
- Etapa de caída o telógen (cayendo de forma imperceptible entre 80-100 cabellos/día) que dura de 3 a 4 meses.
Existen diversas clasificaciones de las alopecias, pero desde un punto de vista pronóstico vamos a distinguir dos tipos básicos: cicatriciales (por tanto irreversibles) no cicatriciales (potencialmente reversibles). En ambas e produce un desprendimiento del cabello a nivel del folículo, pero en el primer caso existe una destrucción de éste que lo hace irrecuperable y en el caso de las no cicatrices el folículo no se destruye, sufriendo solo cambios funcionales que podrían ser recuperables. La alopecia androgenética, la más frecuente en varones, es una excepción porque, aunque no es cicatricial es lentamente progresiva e irrecuperable.
En el diagnóstico es importante tener en cuenta los antecedentes familiares (alopecia androgénica y alopecias congénitas), los antecedentes personaels: relación con algún suceso importante previo, estrés, déficit nutricionales (anemia), fármacos, seborrea, acción de agentes físicos o químicos, endocrinopatías (alteraciones tiroideas, hiperandrogenización) y una historia clínica adecuada: patrón de distribución (difuso localizado) tiempo de evolución, manifestaciones acompañantes (locales o sistemáticas), forma de inicio (aguda crónica) evolución (en brotes, lentamente progresía, irreversible).
En la exploración física se suele realizar el test del tirón (Pilotracción), consiste en traccionar con los dedos el pelo de varias regiones, siendo normal que podamos extraer entre 1 y 2 cabellos, la valoración de la fase en la que se encuentran los cabellos arrancados a simple vista o con microscopio óptico y la morfología del cabello: seco y deslustrado en alopecias congénitas o en síndromes carenciales, cabellos miniaturizados en la alopecia androgenética o cabellos en signo de admiración en la alopecia areata. Se debe analizar el patrón de distribución de la alopecia: difuso (interrogar la relación con algún suceso precipitante u otros síntomas) o localizado (observar cicatrización el cuero cabelludo) y la presencia de datos clínicos: inflamación, descamación, adenopatías, cicatrices, pápulas, escamas, eritema.
En más de la mitad de los casos de alopecia no es necesario pedir ninguna exploración complementaria, la clínica y la exploración física son suficientes para establecer un diagnóstico firme. Suelen ser problemas sin importancia vital y bastará con una adecuada explicación al paciente.
En casos seleccionados se solicita alguna exploración: estudio analítico: hemograma, glucemia, ferritina, creatinina, trasaminasas, TSH, magnesio, zinc y opcionalmente RPR, anticuerpos antinucleares, VIH y Testosterona libre y DHEAs, test especiales (cultivo, examen directo del tallo del pelo y de las escamas con KOH) e incluso biopsia cutánea, si es preciso para el diagnóstico.
Las causas más frecuentes de alopecia son: alopecia androgenética, alopecia difusa femenina, alopecia areata, efluvio telogénico, alopecia traumática, pseudopelada de Brocq y tiña del cuero cabelludo. La consulta con el dermatólogo permitirá el diagnóstico adecuado llegando a diferenciar Alopecias con importancia clínica de otros procesos frecuentes pero intrascendentes en los que disminuye la densidad del cabello, disminuirá la ansiedad que conlleva el desconocimiento de la enfermedad que padecemos y su previsible evolución y permitirá el tratamiento preciso de las mismas cuando sea posible.
Dr. Jesús Navas Rodriguez-Especialista en Dermatología
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