
Antiguamente, el ser humano empleaba su cuerpo para realizar todas las tareas del día a día. Fue a mediados del siglo XX cuando comenzaron a surgir los avances mecánicos, automóviles, ascensores, ordenadores, etc. que nos han llevado a ser una sociedad cada vez más sedentaria. Actualmente muy pocas personas dedican alguna hora a la semana para realizar actividad física.
El cuerpo humano está construido en base a unas palancas articulares y un sistema muscular por alguna razón. El cuerpo necesita moverse, realizar ejercicio simplemente por el hecho de cómo hemos sido construidos. Necesitamos tonificar nuestro sistema muscular para que éste impulse y coordine nuestro esqueleto (huesos y articulaciones) y podamos movernos. Con el ejercicio físico potenciamos la musculatura cardiaca, así como la musculatura torácica, fundamentales para un buen funcionamiento de nuestro sistema cardiovascular y respiratorio.
Caminar presenta beneficios tanto físicos como psicológicos. Desplazar el cuerpo supone un esfuerzo muscular que conlleva, entre otras cosas, a elevar el ritmo cardíaco y a un aumento de la respiración con lo que también incrementamos nuestro metabolismo. Si se practica correctamente, producirá una disminución en las grasas de nuestro organismo, tanto del colesterol como de los triglicéridos, ayudará a controlar la tensión arterial y contribuirá al control de la diabetes, por lo tanto será muy beneficioso para nuestro sistema cardiovascular.
Está demostrado que la actividad física ayuda a reducir el riesgo de enfermedades coronarias, a controlar la diabetes, la hipertensión arterial, la osteoporosis, entre otras muchas patologías.
Antes de iniciar cualquier ejercicio físico es recomendable pasar un chequeo médico y ser valorado por un experto en movimiento corporal para corroborar que se está capacitado para desarrollar la actividad.
Una buena forma de comenzar a realizar ejercicio, y sin importar la edad, es caminar. Es un ejercicio que no necesita unos requerimientos muy elevados. Con un calzado idóneo y una vestimenta cómoda es más que suficiente.
Muchos profesionales recomiendan caminar junto a los tratamientos de depresión y ansiedad porque está demostrado que tras caminar se produce una sensación de bienestar, ayuda a evadirse de la sociedad y por consiguiente se eleva el estado anímico de la persona que lo practica.
Lo ideal para iniciar el ejercicio físico de caminar es hacerlo de una forma progresiva para que el cuerpo vaya tolerando el nuevo esfuerzo que le proponemos. Esta graduación de la intensidad hará que el cuerpo se vaya adaptando y nos permita elevar el esfuerzo. Lo correcto es ir aumentando el tiempo de caminar y el ritmo en función de lo que el cuerpo sea capaz de aguantar para así mejorar en salud y bienestar.
Hemos de adaptar el ejercicio a la edad y a las condiciones particulares de cada individuo, cada persona debe conocer sus limitaciones orgánicas para que la práctica de cualquier ejercicio físico, entre los que se encuentra caminar, no le produzca ninguna lesión o daño a su cuerpo.
Juan Antonio Andreo Lillo – Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
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