La celulitis infecciosa, es una infección bacteriana aguda en la piel, pero no contagiosa, que afecta a las capas más profundas de la dermis, sobre todo al tejido subcutáneo.
Las bacterias más frecuentes en causar la infección suelen ser estreptococos y estafilococos. Además, es más habitual encontrar afectados los miembros inferiores del cuerpo.
Tras la infección, se puede apreciar la siguiente sintomatología:
- Enrojecimiento de la zona.
- Inflamación.
- Dolor.
- Calor en el área afectada.
Asimismo, puntualmente puede aparecer:
- Fiebre.
- Edema por acumulación de líquido proveniente de los vasos sanguíneos.
- Hinchazón de la zona por afectación de los vasos linfáticos.
Entre los factores de riesgo más importantes para padecer una celulitis se encuentran:
- Las personas con un sistema inmunitario alterado o debilitado, ya que tienen más riesgo de contraer celulitis. Destacan los ancianos, diabéticos (pie diabético), el SIDA, el herpes…
- El linfedema y las enfermedades que afectan a la circulación de la sangre en miembros inferiores, son otros de los factores predisponentes más frecuentes.
Siempre que se pueda percibir una infección ya sea leve o grave en la piel, es de vital importancia asistir de urgencia a su centro médico para poder emitir un diagnóstico en el menor tiempo posible y así recetar el tratamiento más adecuado en cada caso.
Si nos encontramos ante una celulitis leve, esto puede tratarse con antibióticos por vía oral. Pero debemos estar atentos, ya que si pasadas 48 horas no hay buena respuesta, se precisa de ingreso hospitalario y tratamiento vía parenteral (intravenosa, intramuscular, subcutánea,…) ante el riesgo de una sepsis como respuesta extrema del organismo ante la infección.