
Es común que los dentistas recomienden el uso de dentífricos y enjuagues bucales con flúor para cuidar mejor de los dientes, ya que previene las enfermedades bucales y actúa sobre el esmalte.
En menores el uso está todavía más aconsejado, ya que es fundamental para que los dientes gocen de buena salud a lo largo de toda la vida.
Se trata de un mineral esencial para mantener la salud bucal y que favorece la reposición de calcio y fósforo. Se encuentra de forma natural en el suelo, el agua, el aire y en algunos alimentos, como el salmón, pollo, verduras o gelatina, entre otros.
Sus propiedades son muy variadas:
- Fortalece los huesos y el esmalte dental gracias a la activación de un proceso de remineralización.
- Combate y frena el crecimiento de las bacterias que causan problemas dentales, como el sarro o la placa.
- Reduce la sensibilidad dental y los problemas en las encías.
- Previene las caries incluso en los dientes infantiles que se encuentran en pleno desarrollo.
Así pues, aunque para mantener una sonrisa fuerte y saludable los odontólogos recomiendan productos con flúor como dentífricos, colutorios o geles, hay que tener en cuenta otros factores muy importantes para la salud del paciente como la edad, la concentración de flúor y la forma de aplicación de este.
Cantidad
Un uso elevado o indebido de flúor puede ser dañino para la salud. De hecho, la fluorosis (formación de manchas blancas en la superficie de los dientes) es uno de los problemas más comunes que suele producirse cuando los dientes aún se están formando y, en casos extremos, puede producir fracturas de huesos, alteraciones en el sistema nervioso, daños estomacales o problemas cerebrales (reversibles o irreversibles).
Además, se debe tener en cuenta que muchos dentífricos contienen flúor, por lo que, en ocasiones, y dependiendo de la edad, no es necesario añadirlo como suplemento con enjuagues bucales.
Por este motivo, antes de tomar cualquier decisión sobre la cantidad de flúor lo recomendable es consultar a los profesionales para que evalúen la salud bucal del paciente y determinar si realmente es necesario un tratamiento con flúor y cuál es el más adecuado.
Edad
Se trata de un factor muy importante, ya que los niños y adultos pueden requerir diferentes productos fluorados. En niños a partir de los 2 años, cuando ya han erupcionado todos los dientes, se suelen aconsejar dosis más bajas, del tamaño de un grano de arroz, a modo preventivo con geles, barnices o pastas dentífricas especiales. Las dosis se deben ir incrementando conforme pasen los años, usando los adultos concentraciones más elevadas en dentífricos o colutorios para remineralizar y fortalecer los dientes.
En definitiva, cada paciente es único y sus necesidades de flúor pueden variar significativamente. Por este motivo, es necesario acudir a las revisiones anuales y los profesionales serán los encargados de recomendar la mejor opción para cada caso.
Alberto Lledó Valero
Director Médico de Clínica Lledó