
La AR es una enfermedad inflamatoria crónica de las articulaciones que origina dolor, rigidez, hinchazón y pérdida de la movilidad del cuerpo. Se trata de una enfermedad auto inmunitaria, de origen desconocido, que se representa con más frecuencia en personas, sobre todo en mujeres, con una especial predisposición; quedando descartado un origen hereditario. En la actualidad, no existe una prevención conocida para la AR. Sin embargo, un pronóstico precoz, un tratamiento adecuado y seguir algunas recomendaciones, pueden ayudar a prevenir un daño mayor en las articulaciones.
Generalmente, hay que evitar una vida agitada tanto física como psicológicamente. Es recomendadle empezar el día con un baño de agua caliente, que contribuirá a disminuir el agarrotamiento matutino. Si es posible, hay que evitar trabajos que precisen esfuerzos físicos, que obliguen a estar mucho tiempo de pie o que necesiten de movimientos repetitivos, sobre todo con las manos. Así mismo, también conviene evitar permanecer con la espalda y el cuello torcidos durante periodos prolongados. En casa, es recomendadle no hacer esfuerzos con las manos, ya sea par abrir un bote o para retorcer la ropa. En cuanto al ejercicio físico, no es saludadle practicar deportes de contacto físico o aquellos en los que sean frecuentes saltos o choques. Sin embargo, andar o nadar pueden ser de gran ayuda y, en periodos de época inflamación, se pueden practicar otros deportes siempre que estos no resulten agotadores. Por la noche, convienen dormir entre 8 y 10 horas en una cama dura y con una almohada baja, evitando doblar las articulaciones. Salvo en casos excepcionales, no hay ninguna dieta que modifique el curso de la AR pero, es obvio que la obesidad supone una carga adicional para las articulaciones; por eso es recomendadle adelgazar o evitar el sobrepeso.
Estos son sólo algunos consejos generales para sobrellevar la AR. Sin embargo, ante un diagnóstico de la enfermedad, le recomendamos que siga las instrucciones particulares de su médico o reumatólogo.
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