
La dispepsia, también conocida popularmente como indigestión o empacho, es un conjunto de síntomas digestivos que afectan, sobre todo, a los órganos superiores del aparato digestivo. Entre los más frecuentes destacan el dolor o molestia localizada en las partes superior y central del abdomen, plenitud postprandial, saciedad precoz, distensión abdominal, nauseas o vómitos. Habitualmente guardan relación con la ingesta y pueden ser continuos o intermitentes.
Cuando no se encuentra causa orgánica que justifique la dispepsia, hablaremos de dispepsia funcional o esencial, si por el contrario en las pruebas realizadas encontramos alguna patología, hablaremos de dispepsia orgánica. Aunque con mucha diferencia, la dispepsia más frecuente es la esencial o funcional, ya que se estima que entre un 20-30% de la población ha referido síntomas dispépticos en los últimos 6 meses.
La prueba diagnóstica por excelencia es la gastroscopia, aunque también aporta muchos datos la ecografía abdominal.
La mayoría de los pacientes no acuden al médico y se automedican, aunque es un grave error, ya que debe ser el médico quien, tras la exploración, indique si es conveniente iniciar un tratamiento o, si hay criterio, iniciar una serie de exploraciones y estudios diagnósticos que indiquen ante qué tipo de dispepsia nos encontramos y si nos debemos preocupar o no.
Entre los tratamientos más eficaces se encuentran los fármacos inhibidores de la bomba de protones (omeprazol y similares) y los procinéticos.