
La varicela es una enfermedad infecciosa originada por el virus de la varicela-zoster, causante del herpes zoster, que solo aparece una vez en la vida, pues la exposición al virus produce anticuerpos que persisten siempre.
Se presenta con pequeños granos que pican alrededor de todo el cuerpo, acompañados de fiebre o febrícula. Estos granos se convierten rápidamente en ampollas llenas de líquido y finalmente en costras que se desprenden en 1 o 2 semanas.
Los principales afectados son niños de entre 1 y 9 años, siendo más severa en adultos y adolescentes, que presentan complicaciones. Al ser muy contagiosa, mediante contacto directo con las lesiones o a través de la tos o estornudos, es muy importante la prevención:
- Inmunización activa: vacuna. Consiste en administrar virus atenuados. Es claramente efectiva y sin peligro. En España se administran dos dosis (a los 12-15 meses y a los 4-5 años).
- Inmunización pasiva: anticuerpos. Su administración puede prevenir la infección si se administra dentro de los 3 primeros días de exposición.
Tratamiento y cuidados
En los niños sanos suele ser suficiente con aliviar los síntomas, disminuyendo las molestias locales y evitando la sobreinfección bacteriana. Para ello, se tienen que duchar una vez al día, con agua tibia y poco jabón, y se debe utilizar talco, loción de calamina y baños de avena o almidón de maíz.
Como analgésico se debe utilizar paracetamol. La aspirina y los antiinflamatorios (ibuprofeno) están prohibidos. El antiviral utilizado es el Aciclovir, de uso recomendado para tratar el herpes zoster y para embarazadas, inmunodeprimidos y personas de riesgo.
También hay que aislar al enfermo de personas que no hayan pasado la enfermedad y de las de mayor riesgo (embarazadas, adolescentes, inmunodeprimidos…) y que permanezca en casa hasta que las heridas se hayan secado y la costra se caiga (1-2 semanas).
Para evitar el contagio en superficies y ropa, son eficaces los desinfectantes, especialmente la lejía, además de los detergentes, el calor y el secado. Es importante el lavado frecuente de manos con agua y jabón, desinfectar con alcohol, y taparse la boca con servilletas de papel cuando se tosa o se estornude.
La gran mayoría se recupera totalmente sin problemas. Sin embargo, el virus permanece inactivo o “dormido” en el cuerpo de por vida. Uno de cada diez adultos experimentará un herpes zoster cuando el virus vuelva a activarse por algún motivo, como estrés mantenido o bajada de defensas.