Las piedras formadas en el riñón han sido una pesadilla para la humanidad a lo largo de la historia. Las piedras se forman generalmente en el riñón y, según su tamaño, puede iniciar un descenso por el conducto que une riñón con vejiga que es el uréter. La expulsión de una piedra supone el dolor del cólico nefrítico y aunque la mayoría de las piedras son expulsables de modo natural, cuando una piedra se detiene en su salida, puede suponer la pérdida del riñón o incluso complicaciones vitales.
Hace más de 100 años que se desarrollaron las técnicas de extracción de las piedras de la vía urinaria mediante cirugía. Ello que supuso un gran avance, implicaba realizar grandes incisiones abdominales. En los últimos 30 años han ido apareciendo técnicas alternativas a esa cirugía abierta. Se trata de procedimientos menos agresivos, pero entiéndase que no son mágicos, las piedras no se disuelven ni evaporan. Con cualquiera de las técnicas modernas, las piedras son fragmentadas y sus fragmentos deben ser expulsados o extraídos de uno u otro modo.
El tratamiento con la popular “bañera” hace referencia a la litotricia extracorpórea por ondas de choque. Inicialmente el paciente se sumergía en una bañera cuya agua hacía de conductor de la energía vibratoria de las ondas de choque. Hoy la bañera se ha sustituido por una almohadilla de líquido conductor. La energía vibratoria rompe la piedra y sus fragmentos deben salir por el uréter pudiendo causar un cólico nefrítico.
Se han desarrollado técnicas de acceso directo al riñón. Consisten en la colocación de un tubo que atraviesa la piel en la zona lumbar, los músculos y el propio riñón hasta alcanzar la vía urinaria. Así es posible introducir un sistema óptico y, bajo visión, romper la piedra y extraer los fragmentos. La energía para romper la piedra puede ser neumática, ultrasónica o láser.
Finalmente se dispone de las técnicas endoscópicas. Con estas técnicas se realiza un ascenso a través de la vejiga y el uréter hasta alcanzar el propio riñón por la misma vía urinaria. Estas técnicas permiten ver y romper la piedra allí donde está y extraer los fragmentos. Tienen la limitación del tamaño de las piedras que pueden tratar.
No existe una técnica mejor que otra. Y ninguna técnica está exenta de posibles complicaciones. La técnica a emplear se elige en función de las características de la piedra y del enfermo.
Por otro lado, tras sufrir con la primera piedra, la probabilidad de tener otras nuevas es muy alta, del 60% en los siguientes 5 años. Se aconseja realizar un estudio metabólico para prevenir la futura formación de piedras en el riñón.
Dr. Manuel Sánchez Marcos – Médico especialista en Urología. Clínica Vistahermosa de Alicante
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