
La fatiga visual y la presbicia son alteraciones oculares que dificultan la visión. Pero, aunque parecen conceptos similares, no son lo mismo.
La fatiga visual o astenopia es una consulta cada vez más frecuentes en oftalmología. El actual uso excesivo y prolongado de dispositivos electrónicos producen un sobreesfuerzo del sistema visual, principalmente cuando miramos de cerca o acomodamos durante largos periodos. Es lo que llamamos astenopia acomodativa.
Es decir, nuestros ojos trabajan más cuanto más cercano es lo que estamos mirando, produciendo picor, enrojecimiento ocular e incluso dolores de cabeza. Si pasamos una media de 8 h al día delante de una pantalla y le sumamos las horas de móvil, es normal que suframos síntomas de fatiga visual. Por ello, los especialistas coincidimos en que debemos llevar la corrección óptica adecuada en caso de necesitarla, así como descansar unos minutos y mirar a lo lejos cada 2-3 h.
Otra de las principales consecuencias es la sequedad ocular, ya que la velocidad de parpadeo es menor. Utilizar lágrimas artificiales y disminuir la intensidad de la luz de nuestras pantallas puede mejorar los síntomas.
Además, si sufrimos algún defecto de refracción no corregido o nuestra capacidad acomodativa es insuficiente, como en el caso de tener presbicia, esta fatiga visual se agudizará.
La presbicia es irreversible, pero se puede corregir
La presbicia es un defecto visual que padece un 85% de la población mayor de 45 años, ya que aparece con la edad y no se puede prevenir.
No es una enfermedad, pero sí un defecto refractivo inevitable que tarde o temprano sufrimos todos, independientemente de si hemos llevado gafas o no. Surge por un proceso fisiológico del ojo y no tiene su origen en el uso de las tecnologías.
Los síntomas son progresivos y se van agudizando con los años. Empezamos a notarlo a partir de los 40-45 años en actividades cotidianas, cuando tenemos dificultad al enfocar de cerca al leer, por ejemplo. Alejar los objetos para verlos bien es un indicativo.
Se trata de un proceso natural del envejecimiento del cristalino, ya que con el tiempo se vuelve más rígido y pierde su elasticidad, reduciéndose su capacidad de curvatura (pasar de la visión de lejos a cerca).
El tratamiento convencional son las gafas de cerca. Si se combina con un problema de lejos, gafas progresivas. También se puede optar por un procedimiento quirúrgico, consistente en extraer el cristalino y sustituirlo por una lente intraocular artificial. La tecnología láser de femtosegundo permite implantarla con precisión milimétrica y en milisegundos.
Por último, respondiendo a las preguntas de los pacientes, una cirugía de presbicia evita que se puedan desarrollar en un futuro las cataratas (envejecimiento del cristalino que pasa de transparente a ser como un cristal esmerilado), ya que, al ser la presbicia la antesala de las cataratas, nos adelantamos.
Dr. Pedro Tañá
Director Médico de Grupo Oftalvist