
La actividad sexual se acompaña de cambios vasculares mediados por el sistema nervioso autónomo o neurovegetativo. Con la excitación sexual se favorece la liberación de un neurotransmisor, óxido nitroso (NO), del endotelio vascular (capa celular que cubre la zona interna de los vasos sanguíneos, incluido el corazón). El endotelio vascular es un secretor de óxido nitroso (NO). La disfunción endotelial (pérdida de la función endotelial adecuada) es una característica de las enfermedades vasculares.
En los vasos del pene, este óxido nitroso actúa como mensajero vasodilatador estimulando la síntesis de una sustancia en los cuerpos cavernosos del pene que induce la relajación del músculo liso vascular y, consiguientemente, la erección. Por tanto, una disfunción endotelial afectará al mecanismo mediador del NO y producirá una Disfunción Eréctil.
Se ha comprobado que el 74% de los pacientes con riesgo cardiovascular presentaban disfunción eréctil (DE) asociada.
La DE es uno de los problemas crónicos más frecuentes en varones mayores de 40 años y sobre todo al haberse mostrado como marcador precoz de cardiopatía isquémica. La DE se considera sinónimo de disfunción endotelial debido a que un endotelio enfermo que no es capaz de producir óxido nitroso (NO), o lo degrada rápidamente como consecuencia de la arteriosclerosis, causará Disfunción Eréctil (DE) en el pene e isquemia en las arterias coronarias.
Enfermedad cardiovascular y disfunción sexual comparten un alto porcentaje de pacientes al concurrir en ambas tanto un sustrato etiológico como factores de riesgo (edad, sexo, hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, tabaquismo y depresión). A esto deberemos añadir la interacción que presentan sus tratamientos. Hay más de 200 fármacos inductores de Disfunción Eréctil, muchos de ellos utilizados en el tratamiento cardiovascular, como diuréticos y antihipertensivos, y otros en tratamientos antidepresivos.
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