El Síndrome de Apnea-Hipopnea del Sueño (SAHS) es un trastorno del sueño que afecta del 2% al 4% de la población adulta, más frecuente en los hombres, habitualmente asociado al sobrepeso u obesidad y su prevalencia aumenta según cumplimos años.
Consiste en pausas de respiración durante el sueño, que habitualmente son percibidas por la pareja o la familia, ya que el que las sufre no suele darse cuenta. El sueño se caracteriza por una relajación muscular que ocurre en toda la musculatura del cuerpo, incluida la musculatura de la orofaringe (lengua, velo del paladar, campañilla). Al relajarse, cae sobre la vía respiratoria y tiende a cerrarla. El grado de cierre puede variar de tal forma que, si se cierra muy poco, el aire sigue entrando, pero por una vía respiratoria estrecha y hace un ruido: el ronquido.
El ronquido aislado es molesto para los que están alrededor pero no supone un riesgo para la salud del que lo sufre. El problema es cuando se cierra más (hipopnea) o se cierra del todo (apnea). En estos casos, suele bajar el oxígeno en sangre y se produce un sufrimiento cardiovascular. Llega un momento en que el cerebro “detecta” esa falta de respiración y origina un microdespertar para que los músculos vuelvan a su sitio y se respire de nuevo con normalidad. Este proceso puede repetirse muchas veces a lo largo de la noche.
El diagnóstico de esta enfermedad se realiza mediante un estudio de sueño (video-polisomnografía) en el que se monitorizan muchos parámetros fisiológicos del paciente, incluida su respiración. Si el número de apneas/hipopneas por hora de sueño supera el 5, el paciente sufre un SAHS. Los síntomas son muy variados: los podemos dividir en nocturnos (ronquido, pausas de respiración presenciadas por la pareja, ir varias veces a orinar durante la noche, boca seca, excesiva sudoración durante el sueño, sueño inquieto con frecuentes patadas o movimientos, sensación de sueño superficial) y diurnos (sensación de falta de descanso al despertar, somnolencia ante situaciones monótonas, cefaleas especialmente matutinas, irritabilidad, apatía, fatiga, problemas de concentración y de memoria).
Los pacientes con apnea del sueño tienen un riesgo aumentado de padecer enfermedades cardio y cerebrovasculares, así como accidentes de tráfico y laborales. El tratamiento de la apnea del sueño consiste en varios puntos: primeramente, se deben corregir factores causantes o agravantes como el tabaco, el alcohol, fármacos depresores del sistema nervioso central (sedantes y ansiolíticos) y perder peso si existe un sobrepeso.
El tratamiento de elección es el CPAP: son unos dispositivos que a través de una máscara introducen aire a presión en la vía aérea superior y de este modo la mantienen abierta evitando que se cierre. Existen dos tipos de CPAP: el CPAP que introduce una presión fija y el AUTOCPAP o CPAP inteligente que varía las presiones en función de las necesidades en cada momento. Por otro lado, hay pacientes que pueden beneficiarse de tratamiento postural y en algunos casos, de un dispositivo de avance mandibular, por lo que es muy importante valorar cada caso de manera individual.
Dra. Paula Giménez-Directora de la Unidad Multidisciplinar de Medicina del Sueño Clínica Vistahermosa, grupo Hospitalario HLA
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