
La próstata es una glándula que se encuentra entre la vejiga (depósito de orina) y la uretra (conducto de evacuación), a la cual rodea. Con el crecimiento de la próstata se produce el estrechamiento de la uretra, es decir, una obstrucción de la misma. Esto no depende exclusivamente del tamaño de la próstata, sino que también depende de su forma de crecimiento.
Los síntomas de la próstata hacen su aparición a partir de los cincuenta años, coincidiendo con el crecimiento fisiológico de la próstata, aunque pueden presentarse en edades más tempranas.
Bajo la denominación de sistemas del tracto urinario inferior se agrupan dos tipos de síntomas: obstructivos (vaciado) e irritativos (dependientes del llenado).
El vaciado de la vejiga depende de la presión uretral, cuya misión es impedir las pérdidas de orina y la fuerza de contracción del músculo de a la vejiga, que debe vencer la presión de la uretra (presión de cierre).
En las fases iniciales de la “enfermedad prostática” puede no haber síntomas, ya que el músculo de la vejiga se desarrolla y al aumentar su potencia compensa la obstrucción de la uretra. Si se incrementa la obstrucción, la vejiga deberá aumentar la fuerza de contracción para vencer la obstrucción, pero a costa de unos síntomas llamados irritativos.
Los síntomas irritativos se producen porque al aumentar el espesor del músculo de la vejiga, la capacidad de la vejiga disminuye y se orina con más frecuencia. Aparece dolor en la parte inferior del abdomen por el sobreesfuerzo de la pared muscular de la vejiga. Este exagerado desarrollo del músculo de la vejiga, hace que esta responda precozmente al llenado y se contraiga, lo que da lugar a que la sensación de deseo miccional sea más frecuente y se orine más veces al día, situación que se da también por la noche. Hay sensación de urgencia al orinar (incontinencia de urgencia) de modo que no da tiempo a llegar al aseo.
Tras esta primera fase de acomodación, aparece una segunda fase de agotamiento de la vejiga, apareciendo los síntomas obstructivos: dificultad para iniciar la micción, disminución de la fuerza del chorro miccional, micción prolongada o entrecortada, goteo al terminar de orinar. En los casos muy severos de obstrucción en los que la vejiga no se vacía puede dar lugar a incontinencia de orina (micción por rebosamiento), ya que se escapa la orina que no cabe en la vejiga.
La evolución de las alteraciones de la micción, si no se corrigen, dan lugar a una serie de complicaciones que pueden llegar a poner en peligro la salud e incluso la propia vida.
Todos estos síntomas condicionan una merma importante en la calidad de vida al reducir la autonomía debido a las micciones frecuentes, se interrumpe el sueño al orinar varias veces por la noche produciendo insomnio, provoca sensación de inseguridad por pérdidas involuntarias de orina y causa dolor persistente en la parte inferior del abdomen que se extiende a la uretra al orinar.
Dr. D. Lluis Pérez Llorca.- Especialista en Urología
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