
La salud mental es casi tanto o más importante que la física. Si mantenemos une estilo de vida activo y optimista, conseguiremos prolongar nuestra existencia y esquivar la vejez prematura. EL optimismo es el arma más eficaz para combatir un envejecimiento precoz. Está comprobado que las personas alegres, propensas a sonreír, viven más y mejor. Nuestro cerebro controla todo nuestro cuerpo y la experiencia nos ha demostrado que las personas positivas son capaces de superar graves enfermedades, mientras que las mentes negativas pueden sucumbir ante una simple gripe, y es que, cuando nuestra mente no quiere ser positiva, nuestro cuerpo responde de inmediato con la aparición de múltiples enfermedades.
El optimismo está estrechamente relacionado con la motivación, de manera que si se carece de estímulos que incentiven las ganas de vivir, se puede caer en el barranco del pesimismo, conduciéndonos de forma apresurada al decaimiento o a la depresión. Por eso cuando una persona pasa de tener una vida activa, llena de metas e inquietudes, a encerrarse en soledad, se observa un rápido deterioro de sus capacidades mentales y físicas, que la apagan como una vela.
El cerebro es el gran músculo que hace funcionar a todos los restantes que forman nuestro cuerpo, por eso, ante la inexistencia de conductas que lo activen, debemos buscar razones para vivir, para sentirnos útiles y vitales. Podríamos volcar nuestra experiencia de vida en un diario o en un blog, educar a los nietos, colaborar con una ONG, formar parte de una asociación, realizar alguna actividad artística, cuidar de una animal o mascota, incluso dedicarnos a cuidar de un jardín repleto de flores, etc. En definitiva, se trata de realizar cualquier acción que despierte de nuevo las inquietudes y las motivaciones apagadas.
La sabiduría es la manifestación humana que más enriquece el espíritu, por eso leer, tanto la prensa diaria como la literatura, ver películas de calidad, asistir a muesos o al teatro, estudiar, diversas áreas del conocimiento, conversar con amigos y familiares, reflexionar sobre la vida y sobre las dificultades de la existencia humana, etc. Puede abrir nuestra mente hacia nuevos horizontes inexplorados.
El ejercicio físico y regular, además de prevenir problemas respiratorios, osteoporosis, hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares en general, genera endorfinas; esas hormonas de la felicidad que combaten el estrés y la depresión. Además, practicar deporte de forma habitual puede incrementar el sentido de la coordinación y el equilibrio, por lo que se mejora la vitalidad; un aspecto fundamental para conservar el optimismo.
Mantener una correcta combinación entre la salud mental y la física, supone esquivar muchas enfermedades. El hombre es un animal de costumbres, por lo que si conseguimos habituarnos a una rutina saludable, que incluya una alimentación adecuada y la práctica habitual de ejercicio o actividades, ésta potenciará nuestras ganas de vivir, lograremos prolongar la vida y hacerla más satisfactoria.
Gabriela Quirante Amores.-Filóloga y escritora
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