La fibrilación auricular (FA) es un tipo especial de arritmia que consiste en un ritmo cardíaco irregular y a menudo muy rápido de forma patológica. Se estima que esta alteración la desarrollarán 1 de cada 3 personas, aunque no necesariamente de manera crónica.
En un gran número de personas, la FA se puede presentar de forma asintomática. Sin embargo, los síntomas más frecuentes son latidos cardíacos rápidos y fuertes (llamados palpitaciones), fatiga con mínimos esfuerzos, dificultad para respirar o mareos. Si bien la frecuencia cardiaca en reposo suele ser de entre 60 a 100 latidos por minuto, en la fibrilación auricular ascienden hasta alcanzar los 150 a 200 latidos por minuto.
Los hábitos de vida que pueden desencadenar un episodio de fibrilación auricular son habitualmente el consumo excesivo de alcohol o estimulantes, y los altos niveles de estrés emocional unidos a falta de adecuado descanso nocturno. Por tanto, es importante una buena higiene de rutinas y buenas costumbres diarias para reducir la posibilidad de aparición de esta patología.
Los factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar FA son la edad, la alteración de los electrolitos (potasio, sodio, calcio y magnesio), las enfermedades coronarias, las valvulopatías y cardiopatías congénitas, los antecedentes de infarto de miocardio o cirugía cardíaca, la hipertensión arterial, la obesidad, las alteraciones tiroideas y el uso de antihistamínicos y antigripales comprados sin receta. No todos estos factores son modificables, como, por ejemplo, el paso del tiempo. Sin embargo, otros evitables, como el uso de fármacos sin receta médica y comprados fuera del consejo médico, pueden tener consecuencias importantes.
El diagnóstico de la fibrilación auricular se basa en la exploración médica, anamnesis (preguntas que el facultativo formulará para redactar una historia clínica) y las pruebas médicas que confirmarán finalmente tanto la presencia de la arritmia como el contexto estructural en el que esta ha debutado. Las pruebas diagnósticas habituales en el recorrido de dicho estudio podrán comprender una analítica de sangre, un electrocardiograma, una monitorización 24 horas del electrocardiograma (llamado holter de ritmo), un ecocardiograma, una ergometría (prueba de esfuerzo) y/o una radiografía de tórax.
Finalmente queda exponer que las dos principales complicaciones de esta patología son:
- La formación de coágulos en el corazón, que pueden desprenderse con la arritmia y desplazarse mayoritariamente al cerebro, causando un ictus.
- La excesiva frecuencia cardiaca, algo que impide un bombeo de sangre efectivo para el cuerpo.
Por ello, el tratamiento irá enfocado a evitar la excesiva aceleración de la función cardiaca mediante fármacos específicos y la reducción de la coagulación sanguínea con medicamentos que diluyan la densidad de la sangre llamados anticoagulantes.
En este caso y en cualquier situación de índole médica en la que usted sospeche que algo podría no estar bien en lo referente a su salud, no dude nunca en consultar con su cardiólogo o en solicitar un chequeo completo para su mayor tranquilidad y seguridad. El médico es su aliado y se sentirá encantado de disipar todos sus temores desde sus amplios conocimientos.
Dra. Ana Rodríguez-Argüeso
Directora Médica ASSSA











