La vitamina D juega un papel esencial en el metabolismo óseo y se puede considerar como una de las principales hormonas de nuestro cuerpo, un nutriente esencial que protege los huesos y regula el crecimiento, entre otras funciones. Su papel es fundamental en la absorción intestinal del calcio y el fósforo, principales componentes de los huesos.
La mayor parte de la vitamina D se produce en nuestra piel a partir de la exposición a los rayos solares – radiaciones ultravioleta B – y solo una pequeña parte se consume con la dieta. Los alimentos más ricos en vitamina D son los pescados grasos (arenque, salmón, sardinas, caballa), las vísceras animales (hígado), la yema de huevo y determinados alimentos enriquecidos con vitamina D (leche y cereales).
La vitamina D es importante, no solo en los huesos, sino en multitud de órganos, como el páncreas, el cerebro, el corazón, el intestino delgado o el sistema inmunológico. Se ha demostrado que un déficit de vitamina D se puede relacionar con diversos problemas de salud, principalmente óseos, pero también otros como enfermedades autoinmunes, diabetes, esclerosis múltiple, obesidad, enfermedades cardiovasculares, intestinales, incluso con el desarrollo de algunos tipos de cáncer como el de mama, colon o próstata.
La exposición a la radiación ultravioleta proporciona el mecanismo de producción de más del 90% de la vitamina D en los individuos.
Pero esta radiación es responsable de efectos perjudiciales sobre la piel, incluyendo quemaduras solares, fotoenvejecimiento, hiperpigmentación y cáncer de piel.
Para prevenir estos daños, todos los individuos, independientemente del fototipo de su piel, deberían usar fotoprotección, lo que incluye evitar el sol durante las horas pico, llevar ropa protectora del sol y aplicar cremas protectoras solares.
Los protectores solares fueron diseñados para evitar las quemaduras solares y, además, se ha visto su eficacia en la prevención de queratosis solares, nevus y cáncer de piel. Pero el uso de estos, principalmente los de mayor factor de protección solar, parecen provocar una reducción significativa de la síntesis cutánea de vitamina D, llegando a inducir, en ocasiones, a un estado de deficiencia de vitamina D. Se ha comprobado que los niveles de vitamina D aumentaban exponencialmente a medida que disminuía el grosor de protector solar aplicado.
Como conclusiones podemos concretar que:
El uso de protectores solares, aplicado en las cantidades recomendadas, disminuye la síntesis cutánea de vitamina D, e incluso, puede llegar a bloquearla completamente.
El riesgo de cáncer de piel con la exposición excesiva a la radiación ultravioleta y la disponibilidad de suplementos orales de vitamina D hacen que nos planteemos directrices para adecuar los niveles seguros de exposición al sol.
Los suplementos orales de vitamina D son una forma segura, bien tolerada y barata para alcanzar niveles adecuados de vitamina D.
Por todo esto, es preferible utilizar correctamente la protección solar y tomar suplementos de Vitamina D, evitando así el riesgo de cáncer de piel.