La leche y los derivados lácteos de vaca u otros animales, como el queso o el yogur, son el principal grupo de alimentos necesarios para cubrir las necesidades de calcio y vitamina D. La lactosa es su principal azúcar (cada 100 ml de leche contiene 5 g).
Para que se absorba perfectamente en el intestino delgado, este produce un enzima llamado lactasa que degrada la lactosa en dos azúcares: la glucosa y la galactosa.
Cuando hay una producción insuficiente por el intestino delgado del enzima lactasa, no se podrán procesar y absorber suficientemente los alimentos con lactosa, algo que se conoce como malabsorción de lactosa, es decir, no son bien absorbidos en el intestino delgado y pasan al colon, donde serán degradados por las bacterias y aparecerán los signos y síntomas que se conocen como INTOLERANCIA A LA LACTOSA.
Causas:
- PRIMARIA. Es la más frecuente. Los niños nacen sin esta deficiencia, pero a partir de la infancia la reducción es drástica.
- SECUNDARIA. La dotación del enzima lactasa es normal, pero a raíz de una enfermedad intestinal (infección intestinal, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn…) o de una cirugía intestinal, se pierde temporalmente la capacidad de producir lactasa.
- CONGENITA. Es la más rara. Los niños nacen con ausencia de lactasa. Se transmite de una generación a otra si el padre y la madre transmiten la misma variante genética.
Síntomas y confirmación
Los síntomas dependen de la cantidad que se tome y de la actividad de lactasa intestinal que se tenga. Si se ingiere más lactosa de la que el intestino puede digerir, se desencadenarán más síntomas. Algunos son: diarrea, dolor abdominal, retortijones, hinchazón abdominal o flatulencia.
Ante la sospecha de intolerancia a la lactosa, debemos confirmarlo mediante test sencillos:
- Test del aliento de hidrógeno. Medimos el hidrógeno exhalado en el aliento después de tomar una cantidad ya preestablecida de lactosa.
- Test de la gaxilosa en orina.
- Análisis de biopsias de intestino
Actuación
Hay que intentar ajustar la ingesta de leche y derivados hasta controlar los síntomas. La finalidad del tratamiento es disminuir la llegada de lactosa no digerida al colon. A veces se precisa de la toma de pastillas de lactasa o lácteos modificados sin lactosa. No suele ser necesaria su exclusión completa, ya que se puede tolerar hasta el 10% de lactosa en una toma. Además, hay que controlar el uso oculto de lactosa en algunos elementos, como los medicamentos (1 de cada 5 contiene lactosa en su excipiente).
Los lácteos son la principal fuente de calcio, por lo que hay que consumirlos sin lactosa o tomar alimentos no lácteos ricos en calcio, como sardinas en aceite, frutos secos, garbanzos, berberechos, espinacas….
En caso de sospecha de intolerancia a la lactosa, debemos acudir siempre a un profesional sanitario, en especial, si podemos, a un especialista en metabolismo y nutrición.